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viernes, 12 de mayo de 2017

VACÚNATE CONTRA LOS ANTIVACUNAS

13 de abril de 2017 – Fuente: Muy Interesante (España)
Imagínate que estamos en el año 2066. La prensa del día destaca en portada que la esperanza de vida ha alcanzado un nuevo mínimo en España: 56 años. Mientras, una epidemia de sarampión infantil descontrolada pone en jaque a los servicios de salud. En la sección de sociedad se anuncia la apertura de cinco nuevos hospitales pediátricos para dar cobertura a los casos de poliomielitis, difteria, tétanos y rubéola, que no paran de multiplicarse. Una campaña de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) se ocupa de recordar a los lectores que hay más sordos que nunca, como secuela de los numerosos casos de meningitis. Y reivindica más accesibilidad para los miles de nuevos minusválidos que ha provocado la poliomielitis. Entretanto, en el panorama internacional los diarios miran a Japón, donde la epidemia de tos convulsa hace estragos.
No se trata de una distopía futurista improbable. En 2015, el caso de un niño gerundense de seis años que murió víctima de la difteria veintiocho años después de que se erradicara este mal en España sacó a la palestra los peligros reales de dar credibilidad a los movimientos antivacunas. Y es que los padres del crío habían decidido no vacunarlo con la triple bacteriana (difteria, tétanos y tos convulsa) por temor a sus supuestos efectos adversos. Ese mismo año, los visitantes del parque de atracciones de Disneyland, en California (Estados Unidos), se enfrentaban a un brote de sarampión infantil por causas similares. Si la tendencia a saltarse los protocolos de vacunación sigue, podrían reaparecer otras muchas enfermedades. Con más fuerza incluso. Lo cierto es que los argumentos que esgrimen los detractores de la inmunización no se sostienen ante las últimas cifras aportadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada año, las vacunas evitan el fallecimiento de cerca de tres millones de personas; es decir, el equivalente a la población de Roma. Por primera vez en la historia documentada, la inmunización ha logrado que el número de niños que mueren cada año caiga por debajo de los diez millones. A todo ello se suma que, según Patrick Zuber, responsable del grupo de seguridad de vacunas de la OMS, con los recursos disponibles “sería técnicamente posible prevenir cuatro millones de muertes más cada año por influenza, neumococos, rotavirus, rabia, cólera, tifus, meningitis epidémica y encefalitis japonesa”. Y hay más datos irrebatibles, como que la mortalidad mundial por sarampión se ha reducido en 74%. O que desde 1988 la incidencia de poliomielitis ha disminuido en 99%, pasando de más de 350.000 casos a 1.410 casos en 2010. Si las bondades de las vacunas son tan evidentes, ¿por qué dejan de usarse de forma masiva? ¿Cómo es posible que, mientras las autoridades sanitarias internacionales dedican el decenio 2011-2020 a hacer realidad la inmunización universal, se dé la paradoja de que en los países desarrollados muchos padres renuncian a la inmunización de sus hijos de forma voluntaria? En gran medida, porque las vacunas están siendo víctimas de su propio éxito, tal y como explicaban hace poco expertos españoles del Observatorio para el Estudio de las Vacunas: “A medida que las vacunas van logrando su objetivo de acabar con alguna temida enfermedad, y antes de poder celebrarlo, se abre el camino hacia el olvido de esa enfermedad”. Y a partir de ese momento se magnifica cualquier efecto adverso que surja de la vacunación. Efectos, por otro lado, inevitables, porque ni las vacunas ni ningún otro tratamiento terapéutico o preventivo pueden ser inocuos al 100%. Por supuesto que resulta fácil caer en el error de pensar que, como las dolencias prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en España, ya no hay motivos para inmunizarnos. Pero es rotundamente falso. Aunque no se produzca ningún caso en décadas, los agentes infecciosos que las desencadenan continúan circulando –y mutando y evolucionando– en algunas partes del mundo. “Si decidiésemos apagar todos los radiadores porque la calefacción ya ha funcionado y estamos calentitos, el frío volvería tarde o temprano”, propone como símil José María Bayas Rodríguez, especializado en medicina preventiva y salud pública en el Hospital Clínic i Provincial de Barcelona. “Lo mismo exactamente sucedería si dejásemos de usar vacunas: regresarían las enfermedades que han remitido”, matiza Bayas. Según el experto, no hay que perder de vista que “aunque nos olvidemos de las enfermedades, ellas no se olvidan de nosotros”. Lo que sí hay que reconocer es que, normalmente, las consecuencias de que un puñado de personas decida no vacunarse no son graves gracias a que existe la inmunidad colectiva: si la grandísima mayoría de la población está vacunada, los microbios lo tienen muy difícil para propagarse. Dicho de otro modo, cuando 99% de la población se vacuna, el 1% restante está bastante protegido aun sin inmunización. El verdadero peligro surge cuando el porcentaje de no vacunados aumenta por la moda de los antivacunas. Es entonces cuando los virus y las bacterias a los que habíamos perdido definitivamente de vista pueden volver a cruzar nuestras fronteras, propagarse y alcanzar a las personas desprotegidas, con consecuencias fatales.
Nos vacunamos para asegurar el bien común
De ahí que la OMS insista en que no solo nos vacunamos para protegernos a nosotros mismos: también para proteger a quienes nos rodean. “Los programas eficaces de vacunación, al igual que las sociedades eficaces, dependen de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común”, apuntan desde la organización. Si en un colectivo muchos sujetos se decantan por no vacunarse –o no vacunar a sus hijos–, la inmunización del grupo desciende y es más fácil que surjan epidemias. Como pasó en California con el sarampión. Por si fuera poco, una investigación alemana advertía de que cada vez son más los casos de panencefalitis esclerosante subaguda (PEES), una enfermedad neurológica mortal que aparece en adultos que de niños pasaron el sarampión, y que podría cobrar fuerza. Ante esta realidad, el Gobierno australiano decidió quitar beneficios sociales a las familias que opten por la no vacunación. Y en algunos estados de Norteamérica no se permite escolarizar a los niños si no están inmunizados para evitar brotes infecciosos en los colegios. Según un estudio aparecido en la revista Policy Insights from the Behavioral and Brain Sciences, las personas que no se vacunan se pueden clasificar en cuatro perfiles:
1. Porque se confían. Se trata de gente que no está preocupada por su inmunización ni participan en debates; simplemente descuidan este aspecto de su salud.
2. Por comodidad. Aquí entran los individuos que dejan de vacunarse por pereza, porque les pesan más los inconvenientes de tener que pedir cita, adquirir las vacunas y desplazarse a la consulta.
3. Por recelo. Hablamos de gente desinformada con una visión distorsionada del riesgo de las vacunas, que explícitamente desconfía de la inmunización.
4. Por cálculo. Sujetos que sopesan los pros y contras de las vacunas, y suelen descartarlas cuando encuentran información contradictoria.
En general, lo que salta a la vista es que el origen del rechazo a las vacunas casi siempre parte de la desinformación. O, para ser más exactos, de una mala información.
En todo caso, de catapultar el miedo a las vacunas se encargó en 1998 el médico británico Andrew Wakefield. Aquel año, publicó en la prestigiosa revista The Lancet un estudio que aseguraba que la vacuna triple viral, que inmuniza contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola, causaba autismo. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de un fraude, y que Wakefield había mentido intencionadamente. Al parecer, el investigador había difundido aquella falsa idea porque pretendía enriquecerse comercializando vacunas alternativas. La revista retiró el artículo, pero el daño ya estaba hecho. Destaparle y quitarle la licencia para ejercer la medicina no impidió que el supuesto informe impulsase el movimiento antivacunación en todo el mundo. Pese a que Wakefield ha sido claramente desacreditado, sus ideas se han mantenido vigentes, y el riesgo de autismo sigue siendo uno de los argumentos a los que más recurren los movimientos antivacunas. La mala información se ha difundido como la pólvora.
A los científicos les encanta encontrar fundamento a los comportamientos humanos, y el crédito que damos a la mala información no ha sido una excepción: también tiene una explicación científica. Según advertía el investigador italiano Walter Quattrociocchi hace poco, lo que hace que se disemine información falaz es el sesgo de confirmación. Es decir, la tendencia a prestar atención solamente a aquello que confirma las ideas, el sistema de creencias e incluso prejuicios que ya teníamos. Por supuesto, dejando de lado la información que los cuestiona o los contradice. Quattrociocchi también ha encontrado respuesta en la proliferación de las cámaras de eco; es decir, comunidades polarizadas que consumen el mismo tipo de información. Y que son cada vez más frecuentes gracias a las redes sociales. Dentro de ellas, asegura, se produce una homogeneización: las informaciones o creencias se repiten constantemente y se impide que entren visiones alternativas. Como consecuencia, es fácil que los integrantes del grupo acepten como válidas informaciones objetivamente falsas o poco infundadas. Ya sea el peligro de las vacunas, el escepticismo climático, una idea pseudocientífica o una teoría conspirativa. Además, el estudio demostró que en internet y en las redes sociales las noticias científicas se expanden de forma rápida, pero su interés decae en poco tiempo. En cambio, las noticias conspirativas son de lenta asimilación, pero gradualmente generan discusión, lo que permite que ganen atención y persistan. Otro punto a su favor. “En ninguna época de la historia hemos sabido tanto sobre medicina y, sin embargo, hoy proliferan las dietas milagrosas, se extiende de un modo imparable la homeopatía y hay quien considera muy esnob oponerse a la vacunación; todo ello sin base científica alguna”, reflexiona Bayas. “Pero lo cierto es que no se puede decir ‘no creo en las vacunas’, igual que no se puede afirmar ‘no creo en la redondez de la Tierra’, porque no son cuestiones de fe, sino de ciencia”, añade. Según una investigación reciente de la Universidad de California (Estados Unidos), para sacar de su error a los padres que secundan el movimiento antivacunas no hay que afanarse en demostrar que las inyecciones no causan ni autismo ni daños cerebrales. Es mejor poner todo el empeño en que conozcan los enormes riesgos que entraña dejar de vacunar a un niño: los estragos de la poliomielitis, la difteria y el sarampión, las muertes y las minusvalías que causan, sus posibles secuelas, etcétera. “Se han centrado en el riesgo de decir sí al pinchazo, pero han olvidado el riesgo de decir no”, defendían los investigadores, convencidos de que todavía estamos a tiempo de recordárselo.

TUBERCULOSIS EN EL MUNDO: UNA MEJORÍA DEMASIADO LENTA

Los países de ingresos bajos y medios soportan 90% de la carga de la enfermedad en el mundo. Seis países (India, Indonesia, China, Nigeria, Pakistán y Sudáfrica) acumulan 60% de los nuevos casos que se detectan, según el último informe global sobre tuberculosis de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este trabajo calcula que entre 2000 y 2015 el tratamiento ha evitado 49 millones de muertes en todo el mundo. La incidencia global de tuberculosis cayó solo 1,5% entre 2014 y 2014, alerta la OMS, lo que quiere decir que no se alcanzará el objetivo de reducción y eliminación de la estrategia End TB a menos que el porcentaje suba a 4 o 5% anual antes de 2020. El ritmo tan lento de descenso se considera un fracaso en términos de salud pública, tal como asegura Stop TB Partnership en su Plan Global Hacia el Fin de la TB 2016-2020. La enfermedad causó la muerte de 1,4 millones de personas en 2015. Se notificaron 6,1 millones de nuevos casos de tuberculosis, aunque en realidad fueron más de 10 millones. La tasa de mortalidad ha descendido casi 50% en los últimos 25 años, en gran parte gracias a las inversiones del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.

Stephen Hawking asegura que "los seres humanos tendremos que abandonar la Tierra en 100 años si queremos sobrevivir"

Stephen Hawking ha lanzado una seria advertencia: la Humanidad debería estar pensando muy en serio un plan de escape para huir de los problemas que se nos vienen encima.
El físico teórico, considerado como una de las voces más importantes de la ciencia, advierte que el futuro de los seres humanos está en el espacio, y que debemos pensar en colonizar otro planeta si queremos sobrevivir.
Para él, el gran enemigo que nos expulsará del planeta no solo es el Cambio Climático, sino la inteligencia artificial (IA), a la que define como “la mejor o la peor cosa que alguna vez le habría pasado a la Humanidad”.
Sobre lo positivo de esta creación que está revolucionando el mundo, el físico asegura que puede ayudarnos a hacer frente a enfermedades y a la pobreza, como también puede servirnos para deshacer algunos daños causados a la naturaleza por la industrialización.
Pero advierte que nos debe preocupar “que las compañías con fuertes IA y grandes volúmenes de información, implementen sus habilidades y recursos de una manera malvada. Así como, qué tipo de educación podremos ofrecer cuando la IA desplace al humano en una gran cantidad de trabajos que realiza el hombre en la actualidad”.
Para el científico inglés, la inteligencia artificial podría provocar nuestra desaparición si las máquinas se levantarán y nos alcanzaran en la carrera evolutiva. Así lo asegura en la serie de documentales ‘Expedición Tierra Nueva’, que la cadena de televisión BBC va a empezar a emitir, según informa The Sun.
Stephen Hawking ya expresó estos miedos en la tercera edición del ‘Festival Starmus’ que se celebró en Tenerife el pasado mes de septiembre, y que contó con su presencia. En aquel encuentro aseguró que “no podremos sobrevivir sin abandonar nuestro frágil planeta” y señaló que el Cambio Climático era el gran enemigo de la Humanidad.

SIETE RAZONES POR LAS QUE HOY EXISTE MÁS RIESGO QUE NUNCA DE QUE OCURRA UNA PANDEMIA GLOBAL

3 de abril de 2017 – Fuente: Cable News Network (Estados Unidos)

Solo es necesario un beso, una tos, un contacto o incluso un mordisco para cambiar nuestra vida y la de quienes nos rodean, por meses y hasta por años. En la mayoría de los casos, entre más cercanas sean a ti las personas, más grande el riesgo. Pero no siempre es tan simple. Expertos en salud pública creen que estamos en el momento de mayor riesgo de la historia de experimentar brotes infecciosos a gran escala y pandemias globales como las que hemos visto antes: síndrome respiratorio agudo grave (SARS), influenza A(H1N1), enfermedad por el virus del Ébola (EVE) y fiebre zika. Más de 28.000 personas se infectaron entre 2014 y 2016 durante la epidemia de EVE, dejando unos 11.000 muertos. Y el 10 de marzo pasado, 84 países habían reportado la transmisión del virus Zika, una enfermedad que fue descubierta en la década de 1940 pero que tuvo su primer brote en 2007 en Micronesia y solo comenzó a expandirse más recientemente, a fines de 2015. La llegada de la infección siempre es inesperada y su magnitud no tiene precedentes, lo que deja al mundo más vulnerable. Los expertos creen, de manera unánime, que lo más probable es que la próxima pandemia sea una sorpresa, para la cual tenemos que estar preparados. “Las enfermedades infecciosas no respetan fronteras”, dice Jimmy Whitworth, profesor de salud pública internacional de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de cientos de pequeños brotes cada mes. Hay pequeños brotes ocurriendo todo el tiempo, en todo el mundo”, destaca el experto, que investiga y usa para predecir las probabilidades de que ocurra un brote mayor. Sin embargo, cree que la forma en que vivimos actualmente aumenta el riesgo. “Muchos aspectos de la vida moderna nos ponen en un mayor riesgo. Estamos más listos hoy que antes”, dice, destacando el Reglamento Sanitario Internacional, la Red Mundial de Alerta y Respuesta a Brotes (GOARN) de la OMS y los equipos nacionales de respuesta rápida de países como Estados Unidos, Gran Bretaña y China, listos para enfrentar emergencias. Pero los desafíos siguen creciendo. Aquí están las siete razones para que así sea.
1. Más gente y más urbanización
Los hechos alrededor de la vida urbana son simples: vives, comes, trabajas y te desplazas más cerca de la gente que en cualquier asentamiento rural, y eso conlleva un serio riesgo de que una infección se expanda a través del aire, de los mosquitos o del agua no potable. A medida que crecen las poblaciones también aumentan las viviendas. La Organización de Naciones Unidas predice que 66% del total de la población mundial vivirá en áreas urbanas en 2050. Más personas en las ciudades “ponen más presión en el saneamiento”, dice David Heymann, cabeza del Centro para la Seguridad Sanitaria Global del centro de pensamiento Chatham House. Más allá de la cercanía de la gente, “esta es una segunda fuente de infecciones”, dice, y una tercera es el aumento en la demanda de comida, lo que hace que los agricultores cultiven más, con más animales, y genera que probablemente vivan cada vez más cerca de esos animales. Los animales son reservorios de muchas enfermedades, incluyendo la tuberculosis, la tripanosomosis africana y la influenza aviar. Dado que la gente se mueve cada vez más frecuentemente desde y entre las zonas rurales hacia las urbanas, hay cada vez más probabilidad de infección y si vivimos en barrios cada vez más pegados los unos a los otros, el potencial de expansión de la enfermedad es enorme.
2. Invasión de nuevos ambientes
A medida que crece el número de personas, también crece la cantidad de tierra necesaria para su vivienda. Las poblaciones se expanden cada vez más a territorios antes inhabitados, como bosques y selvas. Y con la llegada a estos nuevos territorios vienen el contacto con nuevos animales e, inevitablemente, nuevas infecciones. Por ejemplo, “la fiebre de Lassa ocurre porque la gente vive en el bosque y lo destruye para labores de agricultura”, dice Heymann. La fiebre hemorrágica de Lassa es una enfermedad viral que se expande mediante el contacto con heces de roedores infectados. También se transmite entre humanos, aunque es menos común. Los brotes suelen ocurrir en África Occidental, con altos niveles en Nigeria, por ejemplo, desde 2016. Heymann explica que la fiebre de Lassa es un ejemplo de gente que vive cerca de bosques donde residen roedores infectados, pero con la destrucción de esos bosques para la agricultura, los animales se quedan sin lugar a dónde ir y por eso terminan en las casas de los humanos.
3. Cambio climático
Cada vez hay más evidencia de que el cambio climático está produciendo olas de calor e inundaciones, el caldo de cultivo ideal para enfermedades que se transmiten por el agua, como el cólera, y vectores de enfermedades, como los mosquitos en nuevas regiones. Entre 2030 y 2050, el cambio climático causará cerca de 250.000 muertes adicionales anuales por estrés por calor, malnutrición y expansión de enfermedades infecciosas como la malaria, según la OMS. Con portadores de enfermedades, como los mosquitos, viviendo cada vez más en territorios nuevos que no están protegidos, el riesgo de un brote es muy alto. Whitworth cita la última epidemia de fiebre amarilla en Angola, durante la cual los trabajadores chinos que volvían a su país podían causar un brote de la enfermedad transmitida por los mosquitos locales.
4. Viajes globales
“Somos vulnerables porque cada vez viajamos más”, dice Whitworth. Los viajes turísticos internacionales alcanzaron un récord de casi 1.200 millones en 2015, según la Organización Mundial del Turismo. Ese fue el sexto año de crecimiento consecutivo de esa cifra. Y cuando grandes cantidades de personas se desplazan de un lugar a otro, al mismo tiempo, las opciones de que haya una pandemia se multiplican. “Muchas veces, los agentes infecciosos viajan en los humanos en su periodo de incubación”, dice Heymann. Ese periodo es el que transcurre entre la infección y la aparición de los síntomas, lo que significa que la gente puede transmitir una infección incluso sin sentirse enferma. Se cree que así fue como se desarrolló la pandemia de SARS de 2003, cuando un hombre que desarrolló los síntomas viajó de Huang Xingchu, en China, a visitar a su familia en Hong Kong. Infectó a personas en su hotel y a su familia. Fue hospitalizado y murió, lo que también le ocurrió a uno de sus parientes. En menos de cuatro meses se registraron cerca de 4.000 casos y 550 muertes por SARS en Hong Kong, y más de 8.000 personas resultaron infectadas en cerca de 30 países. Pero Heymann destaca que “no solo los humanos” expanden enfermedades al viajar. También los insectos, la comida y los animales que se mueven entre países.
5. Conflictos civiles
Si un país está a punto de entrar en una guerra civil, la capacidad de manejar un brote intenso y repentino puede poner de rodillas al pueblo y hacer que la infección florezca. “Los brotes pueden paralizar por completo a un país”, dice Whitworth, citando la epidemia de EVE de 2014, en la que Sierra Leona, Guinea y Liberia “estuvieron muy cerca del colapso”. En el caso de los tres países, conflictos civiles habían deteriorado previamente sus economías y sistemas de salud, incluidas las infraestructuras hospitalarias. Eso, sumado al movimiento humano entre los tres países y con otras naciones, permitió que la EVE se expandiera fácilmente. 13 “Si una infección se queda en lo local, se quema ahí. La gente aprende qué hacer”, dice Heymann.
6. Menos médicos y enfermeros en regiones con brotes
Más allá de la debilidad de los sistemas de salud, los países donde con mayor frecuencia ocurren los brotes suelen tener menos médicos y enfermeros para tratar a la población. La mayoría se han ido buscando mejores oportunidades en otras naciones. “Tenemos que enfrentar esto, es una realidad. Es difícil manejar la migración de los trabajadores de la salud”, dice Heymann, y agrega que incluso algunos países motivan a sus médicos jóvenes para que viajen a otras regiones.
7. Información más rápida
En la era de la información, nuevos niveles de comunicación traen nuevos niveles de miedo y multiplican las formas de expandir ese temor, aseguran los expertos. Aunque la mayoría de los brotes pequeños suelen quedarse sin ser conocidos por las poblaciones lejanas a su epicentro, las personas hoy están cada vez más informadas que nunca y requieren información transparente y completa para actuar rápido. Google ha utilizado las búsquedas sobre síntomas en su página para identificar cuándo puede ocurrir un brote, como en el caso de la influenza. “El mundo necesita una autoridad”, dice Heymann, quien cree que la OMS juega ese papel pero necesita ser más rápida y más transparente en la información que transmite. La organización fue muy criticada, de hecho, por haber respondido lentamente y sin la suficiente preparación al brote de EVE de 2014. “Pero las redes sociales se han vuelto muy activas... y eso es muy difícil de controlar. El hecho de que muchas personas publiquen y compartan información pueden cambiar el mensaje y lo que la gente lee y cree”, asegura Heymann.

RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS EN LA TUBERCULOSIS


La bacteria de la tuberculosis ha desarrollado resistencia a los antibióticos que se usan contra ella, lo que hace cada vez más difícil luchar contra esta enfermedad. Esta variante se conoce como tuberculosis multirresistente (TB-MDR) y su incidencia en Europa es de 4,1%, con grandes diferencias por países. Estonia y Lituania rondan 20%, mientras en Irlanda es de 0,5%. Los países que más sufren el problema de la tuberculosis multirresistente son los que están en vías de desarrollo. El acceso a los antibióticos que se usan contra esta variante de la enfermedad es aún más escaso que con el tratamiento de la tuberculosis común, que apenas reciben seis de cada diez personas que lo necesitan.

EL AGUA DE LAS PILAS BAUTISMALES PUEDE SER FOCO DE ENFERMEDADES

14 de abril de 2017 – Fuente: El Español (España)
En los días de Semana Santa, en todos los países del mundo donde se profesa el cristianismo, muchos ciudadanos acudieron a sus lugares de culto para conmemorar estos días de pasión. A veces, las principales amenazas para la salud provienen de los sitios que se creen más seguros, y en días como estos conviene encender una luz de alarma ante el peligro que despierta algo como el agua bendita, que no sólo es percibida como inocua, sino que muchos devotos suelen atribuirle propiedades sanadoras, y no sólo para el alma. En 2002, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España tomaron muestras de las pilas bautismales de varias iglesias sevillanas en busca de patógenos. Los resultados no debieron decepcionarles, ya que algunas de las más veneradas basílicas de la capital hispalense reunían varios géneros de bacterias potencialmente causantes de infecciones. El problema con el agua bendita, que en España puede acarrear una infección sin demasiada importancia, alcanza un nivel preocupante en países como Etiopía, de gran tradición cristiana y donde cada año se producen numerosas infecciones y envenenamientos procedentes de manantiales, fuentes o depósitos de agua bendita.
Un problema sanitario en Etiopía
Recientemente, unos microbiólogos de la Universidad de Gondar (Etiopía) publicaron sus experiencias en siete sitios de agua bendita del noroeste de Etiopía. Estos sitios son considerados lugares de curación para los seguidores de la Iglesia Ortodoxa Etíope. En los dos meses que duró su estudio, casi 1.384 personas pasaron a ser bendecidos o curados con esas aguas, y entre ellos, muchos –unos 382– afectados de tuberculosis pulmonar.
“La prevalencia de positivos para tuberculosis pulmonar en sitios espirituales de agua bendita era 7,4 veces mayor que entre la población general. El programa nacional de tuberculosis debería considerar estos sitios como focos potenciales de transmisión de tuberculosis y planear encuestas y educación sanitaria en sitios de aguas benditas para prevenir y controlar efectivamente la tuberculosis en el país”, dicen los autores. La tuberculosis es tan sólo uno de los problemas asociados al agua bendita. Entre los otros hay un patrón común: recurrir a la medicina convencional es a veces conflictivo con acudir a estos lugares de sanación, y eso es un problema cuando se habla de patologías como cáncer o VIH. Zena Berhanu, de la Universidad de Addis Abeba, siguió a 17 pacientes seropositivos a uno de estos sitios de agua bendita y anotó: “Usar un tratamiento de antirretrovirales junto a un tratamiento de agua bendita sigue siendo controvertido entre los participantes en la investigación”. Como explica otro trabajo sobre elefantiasis en el país africano, publicado en 2016, todos los participantes habían recurrido al agua bendita, algunos incluso al suelo bendito (tierra que supuestamente procede de Tierra Santa) y tan sólo buscaron ayuda médica cuando estos remedios fallaron. ¿Por qué no lo hicieron antes? “La creencia en el castigo divino a menudo retrasó la asistencia a la clínica”, dicen los autores. Etiopía es, sin lugar a dudas, el país donde el agua bendita cobra una función más importante, mucho más allá del bautismo. Por ejemplo, uno de cada cinco pacientes de epilepsia declaró haber recurrido a este remedio, ya que esta enfermedad está socialmente considerada en el país como un tipo de locura y sacar al demonio del cuerpo es una de las funciones del agua bendita. Así lo dicen los sacramentos de esta iglesia: “Si un hombre está enfermo, a veces el Agua Bendita se le proporciona para beber, verter sobre sus manos o rociar su cara y su cuerpo. El Agua Bendita santifica a quien sea tocado por ella, le libera de la suciedad y los ataques de los poderes de la oscuridad y asegura que donde sea rociada habrá libertad de la pestilencia y las trampas de Satán”. Puede que el ritual del crucifijo y las palabras acabe con la influencia del demonio, pero de momento no se ha demostrado tan efectivo para acabar con los microorganismos. Más allá de Etiopía El uso terapéutico de este divino elemento no se circunscribe a este país de África Oriental, ni siquiera al cristianismo. En Marruecos se realizó un estudio en una consulta de oncología del Hospital de Fez para conocer el uso de terapias complementarias. Casi la mitad de los pacientes con cáncer utilizaban algún tipo de medicina alternativa, y 11% del total se habían tratado con agua de Zamzam, procedente del pozo que hay en Makkah. Incluso en Europa se ha dado. En 2012, médicos del hospital de Kiel, en Alemania, se enfrentaron al caso de un niño de 11 años con una infección de la bacteria Acinetobacter baumanii, una cepa bastante compleja por su resistencia a los antibióticos. Durante tres meses, los médicos trataron al niño, de origen ruso, con terapia anticonvulsiva pero no lograron detener su infección pulmonar. Consultaron con los anteriores doctores y concluyeron que A. baumanii era igual de poco habitual en los hospitales rusos donde se había tratado antes. Entonces, ¿cuál era el misterioso origen de la infección? “Un día, nuestro equipo médico observó a la madre del paciente rociando a su hijo con agua de una botella de plástico”, argumentan en el estudio. Unos microbiólogos analizaron el líquido y dieron con la clave: A. baumanii resistente a los antibióticos procedía, muy probablemente, del río Jordán, el lugar donde hace 2.000 años se bautizó Jesucristo pero hoy, por precaución, no debería.

ACTUALIZACIÓN SOBRE LA SITUACIÓN EPIDEMIOLÓGICA DE LA FIEBRE ZIKA EN LA REGIÓN

27 de abril de 2017 – Fuente: Organización Panamericana de la Salud
Desde la semana epidemiológica (SE) 44 de 2016 ningún nuevo país/territorio de las Américas confirmó transmisión autóctona vectorial de virus Zika. Se mantiene en 48 el número de países y territorios de las Américas que confirmaron casos autóctonos por transmisión vectorial del virus Zika y en cinco el número de países que notificaron casos de Zika transmitidos sexualmente.
América del Norte
En Estados Unidos, el Departamento de Salud de Florida informó que el estado no tiene actualmente áreas identificadas con transmisión activa del virus Zika, pero continúa registrando casos aislados de transmisión local. El Departamento Estatal de Servicios de Salud de Texas no ha notificado casos de transmisión local durante 2017. Por su parte, México continúa notificando casos confirmados aunque con tendencia decreciente desde la SE 40 de 2016 y desde la última actualización epidemiológica no se ha confirmado circulación del virus Zika en nuevos estados.
América Central
La tendencia de casos notificados en la sub región sigue decreciente, con excepción de Guatemala, en donde se observó un ligero aumento de casos sospechosos y confirmados de fiebre zika entre las SE 1 y 9 de 2017, comportamiento similar a lo observado con el dengue en ese mismo periodo en el país. Desde la SE 1 a la SE 10 de 2017, en esta sub región se notificaron en promedio 180 casos sospechosos y confirmados semanalmente.
Caribe
En Aruba, desde la SE 29 de 2016 continúa una tendencia al ascenso en el número de casos sospechosos y confirmados. En los demás países/territorios de esta subregión continúa la tendencia decreciente de casos notificados con un promedio semanal de 545 casos entre la SE 1 y SE 10 de 2017.
América del Sur
Después de una tendencia decreciente de casos notificados desde la SE 7 de 2016, a partir de la SE 1 de 2017 se observa una tendencia creciente de casos notificados en esta sub región a expensas del aumento registrado en Bolivia, Brasil, Ecuador y Perú. Entre las SE 1 y 10 de 2017, en promedio se registraron 1.247 casos sospechosos y confirmados semanales en esta sub región. En Argentina entre las SE 8 y 16 de 2017, tres nuevas provincias –Formosa, Salta y Chaco– notificaron circulación autóctona del virus Zika. Con esto serían cinco las provincias con circulación autóctona, dado que en 2016 Córdoba y Tucumán notificaron transmisión vectorial autóctona del virus. En Bolivia, el aumento de casos se observó desde inicio de 2017 con 71% (280) de los casos confirmados en las primeras 12 semanas de 2017 en el departamento de Beni. En Ecuador, los casos se incrementaron a partir de la SE 5 y 68% (401) de los casos confirmados en las primeras 15 semanas de 2017 provienen de la provincia de Guayas. En Brasil, se observó un ligero aumento de casos notificados de fiebre zika entre las SE 1 y SE 9 de 2017, comportamiento similar a lo observado con la fiebre chikungunya en ese mismo periodo en el país. En Perú, el aumento está relacionado principalmente con el brote en curso en el departamento de Loreto y a partir de la SE 9 de 2017 con el brote en la provincia de Chincha en el departamento de Ica.
Síndrome congénito asociado a la infección por el virus Zika
A la fecha, 26 países y territorios de las Américas notificaron casos confirmados de síndrome congénito asociados a la infección por el virus del Zika. En la SE 15 y SE 17 de 2017, Ecuador y Barbados confirmaron por primera vez casos de síndrome congénito asociado a la infección por el virus Zika. En las últimas ocho semanas (SE 10 a SE 17 de 2017) Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Grenada, Guadeloupe, Guatemala, Martinica, México y Puerto Rico, actualizaron el número de casos de síndrome congénito asociado con la infección por el virus Zika.
Síndrome de Guillain-Barré y otras manifestaciones neurológicas
En la SE 17 de 2017, Barbados notificó por primera vez cinco casos de síndrome de Guillain-Barré asociado a la infección por el virus Zika.